En el Parlament Balear

Visita al Parlament Balear el Dia de la Comunitat, el 1 de marzo de 2013

En Palmanova, abril de 2013

Fotografía tomada en la playa de Palmanova, en primavera de 2013

miércoles, 14 de enero de 2015

Antonio Jiménez Millán visita la UIB

Hoy, catorce de enero, hemos podido contar con la presencia del poeta, catedrático en lenguas románicas y profesor de la Universidad de Málaga, Antonio Jiménez Millán, para impartir una clase magistral -más que conferencia- sobre la comparativa entre una cançó en L'angue d'Oc de Giraut de Borelh y una albada de Jaime Gil de Biedma.

Antonio Jiménez Millán
Dada la estrechez del auditorio -y la sala-, la ponencia se ha dado en modus de tú a tú y con el regusto de "quiero más" que dejan apenas dos horas -si llega- de poesía trovadoresca y moderna en las que ha repasado las características principales y los géneros de la poesía de la provenza del siglo XI al XIII y cómo los rasgos que presenta el Alba de Borelh se plasman en la albada de Gil de Biedma.

Una gran experiencia que hemos compartido con la profesora, Almudena del Olmo, conocida por su Antología poética moderna junto a Francisco Díaz de Castro y apasionada por la literatura medieval, de la cual imparte clase en la Universitat de les Illes Balears.

lunes, 10 de febrero de 2014

"Two ways on the same road" (Guillén y Salinas)

Perfección - Jorge Guillén.

Poema del poeta vallisoletano incluido en la llamada Generación del 27. Mientras que su nacimiento, en 1893, lo acerca a Pedro Salinas, con el que compartió múltiples intereses y, entre otros, su Vocación –valga la redundancia, pues ambos rotularon uno de sus poemas con el mismo título con la única diferencia del La incluido en el de Guillén- por las letras, su poética lo acerca a la generación de poetas nacida en los últimos años del siglo XIX y primeros del siguiente, con los mantendría una estrecha relación y a los que ayudaría, una vez acabada su carrera, tras conocerlos en una visita a la Residencia de Estudiantes de Madrid.

En 1928 aparece por primera vez en la Revista de Occidente su colección Cántico, a cuyas cuatro ediciones fueron adhiriéndose poemas con el transcurso de los años: 75 poemas primeros, 125 en 1936 y publicados en Cruz y Raya, -y ya en el exilio-270 en la edición mexicana de 1945, y 334 en la editada por la Editorial Sudamericana, Buenos Aires, en 1950, dividida primeramente en siete partes a las que se les añadieron dos dedicatorias a forma de prólogo y epílogo. Una distribución que sufriría diversas modificaciones hasta la última de las ediciones (i.e la inclusión de poemas como el que nos concierne y Las doce en el reloj en 1936), motivo por el cual puede suponerse que Guillén pasó más de veinte años –a los que se les suma la producción previa a la publicación- trabajando en su colección poética.

                                                            perfección
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cénit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que el pie caminante siente
La integridad del planeta.

Fotografía: relatosdeunacamara.blogspot.com.es
            Gómez Yebra apunta que el mediodía, momento en el que el Sol reposa paralelo a la Tierra, en el centro del cielo, inspira la perfección para Jorge Guillén. Havard, al que Gómez Yebra alude en su Introducción para la mejor comprensión del poeta, amplia este breve apunte con una explicación centrada en la relación de los poemas Las doce en el reloj y Perfección con el concepto de claridad de Ortega y, tan solo en el que centra la atención de este comentario, con la “culmination of conceptual structuring”, la dimensión de profundidad de filósofo perspectivista inferida en las formas circulares del “curvo firmamento”, el “redondeamiento / del esplendor”, la “cúpula”, “el Sol” y el “planeta”, y las bases de la “circumstantial plenitude” a la que llega el observador en el momento de quietud en el que se detiene a admirar la perfección de un entorno que completa la del poeta (Havard 1986:48-49-50).

La metafísica inferida en el poema deja al lector la posibilidad de encontrar su propia visión sobre el poema, en el que una lectura superficial puede dibujar una imagen idílica e idealizada de la simple observación de una rosa en un día soleado. Deteniéndose –de nuevo otra redundancia- a profundizar en la clave del poema, es en la rosa donde se descubre el sujeto del conjunto, siendo la progresiva causa de la detención, la observación, la admiración y consecución de la perfección del paisaje que se transmite a través del objeto (planta-flor) que no deja de ser. La situación del Sol “en [su] cénit”, del que las plantas, y la rosa, como tal, ansían tocar al ir creciendo, ayuda a enfocar la imagen en un punto fijo. Una imaginaria fotografía nítida en la imagen del lector en el que Sol y rosa se convierten en uno solo del que la perfecta belleza convierte en perfecta la existencia de yo poético.

En referencia a los formalismos que en Perfección pueden encontrarse, si se procede a un análisis de elementos menores a mayores, descubriremos, en primer lugar, la métrica de la versificación junto a su rima, el esquema estrófico que conforman los diez versos, el tipo de copla a la que pertenecen y una serie de consideraciones a tener en cuenta. Así, los versos están formados por un metro octosílabico de rima consonante. Los diez versos de arte menor siguen un esquema de cinco rimas distintas, ababccdeed, separable en dos grupos estróficos formando una redondilla cruzada en los cuatro primeros versos (abab), seguido de una sextilla (ccdeed). De esta manera puede concluirse que Perfección es una construcción poética en forma de una décima antigua, tal y como reza en el Diccionario de métrica española. No es de extrañar el uso de la décima en la poesía de Jorge Guillén, pues era un gran admirador de las métricas tradicionales, pese a estar, en su época, en desuso por la producción del verso libre, desestancado (vid. Pedraza 410). Por ello, puede encontrarse en su poesía una multitud de variantes respecto a las combinaciones estróficas dominadas con gran maestría como, en este caso, la décima antigua de versos octosílabos de la que hace gala en Perfección.

Por tanto, la elección del poema creemos fue la acertada, ya que contiene, más allá del alcance de la perfección del yo poético a través de la observación detenida de un objeto determinado en relación con su entorno, del que ese mismo yo forma parte, una parte de esos recursos formales de tradición lírica culta como lo es la producción de coplas de una métrica octosilábica de rima consonántica; de un esquema que la define como la décima antigua a la que hechos hecho alusión; de un gusto compartido –pese a que también podamos encontrar ejemplos de una versificación no tan estancada- con Jorge Guillén.
           
Vocación – Pedro Salinas.
Fotografía: losojosdehipatia.com.es
Natural de la capital española en 1891 y licenciado en derecho y filosofía, Pedro Salinas dedicó su vida a la enseñanza en las universidades de La Sorbona (París), en la Universidad de Sevilla, donde obtuvo la cátedra de literatura, en Cambridge como visitante en los dos años anteriores a la publicación de “Presagios”, o en la Wellesley College of Massachussets, entre otras, durante el exilio a Estados Unidos y del que no volvería a España, pues el cáncer acabó con su vida estando en Boston en 1951. De una producción poética tardía pero abundante durante la década de los años veinte y treinta, pues su primer libro, ya citado, vio la luz en 1924 y publicaría Seguro azar, en 1929, y Fábula y Signo dos años después, se extrae Vocación del segundo de ellos para su análisis.

Salinas ha sido apodado como el poeta del amor del 27 por su producción poética amorosa. Sin embargo, el poema escogido pertenece a su etapa anterior, la temprana, y de la que se destacó por su preocupación tanto por el tiempo como por el género poético atendiendo a su interés por la poesía pura, la cual dominará, en gran medida, por el uso de un lenguaje natural en la que es, en la primera de las tres etapas en las que se divide su poética, su consagración como observador de la realidad desde la intimidad de su pensamiento, otorgando así un valor y sentido humano a los objetos que observa y representa con un apego por el mundo que le rodea aparentemente intrascendente. La importancia de sus versos, no obstante, reside en el afecto subyacente tras las apariencias con un método de observación, reflexión, interpretación y versificación humanizada que Jorge Guillén apuntó en su prólogo al conjunto de las tres primeras obras del poeta en Poesías completas, en el que, además, aludió a ese “mundo tembloroso, incompleto” por el que Salinas se inclinaba para humanizar esa realidad espiritualizada por el azar desde su propia perspectiva. (Prólogo de Jorge Guillén. Díez de Revenga 1991: 75)

Muy importante es, sin duda, la figura de su gran amigo Guillén, parte también de la Generación del 27, al que parece dirigir la redacción de este poema por las diferencias en el modus operandi a la hora de versar la observación de los objetos y la perspectiva de la realidad y la manera de elaborar sus poemas. Prueba de las diferencias destacadas entrambos es la cita que Guillén anuncia en su Prólogo a Poesías completas que resume el concepto de que “ni la rosa natural ni la artificial [inspira(n) confianza al poeta]: las dos son reales”. Con ello, quiere demostrar la capacidad de observar, interpretar y representar igualmente válidas, aunque distintas, de Guillén y Salinas.

La validez de la hipótesis presentada referente al contraste de perspectivas entre autores y amigos se encuentra, profundizando en el análisis del Vocación, desde el primero de los versos en que se dividen, en la edición de Espasa Calpe, la primera y la tercera estrofa, de una envergadura mayor que las pares. Contrastan, así, “Abrir los ojos. Y ver” y “Cerrar los ojos y ver”. Una estructura paralelística en la que Salinas enmarca la visión de la realidad por parte de Jorge Guillén y la suya propia. La del vallisoletano, caracterizada por la observación in situ de una escena representada por “Secretas medidas [que] rigen” sus primeros poemas “Mira[ndo], / y nada más que mira[ndo] / la belleza rematada / que ya no [le] necesita”. Es decir, un empleo de la observación de un “mundo […] completo” teñido por la claridad de “la luz clara del día” de forma sobradamente fiel. La suya, centrada, sin embargo, en ese “mundo sin acabar”, “sin  luz, sin gracia, sin orden” que le llama, “necesitado”, para que “[…] cualquiera / [le] ponga lo que falta / que le dé la perfección”. Un mundo en el que el yo poético, atribuido a sí por sí, escoge “el otro [camino], cerrar los ojos y completar el “será o […]  no será” de un mundo “de masas torpes, planos sordos”.

Formalmente, además de contrastar respecto a su visión como se puede apreciar, ambos diferían en el uso de una métrica tradicional, como puede verse en Perfección, a la que se hace alusión en el poema, y poema, a la vez, de Jorge Guillén, versado con una décima antigua.

Guillén, por su parte, utilizó métricas tradicionales, mientras Salinas optaba por la libertad del verso, aunque de su base fluyera de fuentes anteriores de las que, con gran predilección, escogería los versos cortos, heptasílabos u octosílabos en sus primeras producciones prescindiendo de la rima compacta, sin eludir la asonancia en ellos. El verso predominante en Vocación es el heptasílabo, pero la amplitud de la libertad de versificación hace que puedan fluctuar hacia los octosílabos o, incluso, algún verso de nueve sílabas, además de los dos tetrasílabos de los versos finales del poema, que le dan, además de la pausa necesaria para el énfasis en la manera de versar de Salinas, una musicalidad característica que rasga la similitud a la lenta llegada del sueño, de donde el poeta extrae las “piezas” del incompleto mundo al que hace referencia.


En definitiva, nos encontramos ante un poema del que, a modo de anécdota, encontramos tres versiones en las que aparecían todos los versos unidos en una isma estrofa; separados en dos, diferenciando entre el “Abrir” y el “Cerrar” de los ojos de los dos poetas; y en cuatro estrofas de diversa longitud en tres de las publicaciones consultadas para el comentario, y que consideramos clave en la producción de Pedro Salinas no por el profundo contenido –por el que no destacó precisamente en sus obras primerizas- o por la compleja simbología que pudiera verse en las construcciones de sus colegas poetas coetáneos estudiados, sino por la capacidad de evocar sin la métrica fija a la que estamos (mal)acostumbrados, sino fluctuante y, sin embargo, sin dejar de lado la asonancia en sus rimas, aunque sin una versificación establecida, libre, además de la admiración –subjetiva y saliniana- por la posibilidad de llegar a la perfección tanto por los medios que utilizaba Jorge Guillén y la suya propia aceptando sin devaluar la variedad y diferencia estilística entre ambos para llegar a un mismo fin, el arte en la poesía.

viernes, 7 de febrero de 2014

¡O ciudad de los gitanos!

“Romance de la Guardia Civil Española” – Federico García Lorca.

Fotografía: federicogarcialorca.net

Publicado por primera vez en la Revista de Occidente en el año 1928, el Romancero gitano consagró al poeta andaluz al tiempo que apesadumbraban su imagen de poeta andalucista y leyenda del gitanismo. Escritos, sin embargo, durante 1924 y los tres años posteriores, los poemas insertos en el Romancero eran anteriores –como muchas de las construcciones poéticas de Lorca-, habiéndolos recitado él mismo en ámbitos más íntimos. Nacido del fruto del segundo matrimonio de Federico García Rodríguez, hacendado, y Vicenta Lorca Romero, profesora, Federico García Lorca acusó un incipiente y productivo gusto por la música y la literatura. Una pasión que afloró en 1914, en su etapa de juventud, y explotó a partir de 1919, durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid y que seguiría marcando su vida hasta 1936, fecha de su fusilamiento.

De entre su obra completa destacan, además de su extenso epistolario, La casa de Bernarda Alba y Yerma, fruto de su interés por el género teatral, del cual formó parte montando su propia compañía y, mientras que no destacó por su producción prosaica, su poesía forma parte de la historia de la literatura hispánica y universal. Poema de cante jondo o Poeta en Nueva York son colecciones poéticas archiconocidas y estudiadas de Lorca, junto a su Romancero gitano, del cual se extrae Romance de la Guardia Civil Española para su análisis.

Dedicado al editor de la revista Versos y prosa, Juan Guerrero, “cónsul general de la poesía”, que la elaboración del Romancero gitano se sitúe contextualmente entre los años 1924 y 1927 es un hecho de gran relevancia, pues la Guardia Civil estaba al servicio del dictador Primo de Rivera y, como puede leerse en el romance que su nombre lleva, emula la figura de la autoridad suprema de la segunda década del siglo XX como pudieran haber sido los centuriones romanos del antiguo Imperio. Lorca enfoca una situación muy cercana a él, coetánea tanto temporal como geográficamente, en la Andalucía de la que la etnia gitana es utilizada -y mitificada- a modo de ejemplo de la población bética. Puede observarse dicha mitificación desde el verso “O ciudad de los gitanos”, que no se presenta como un imaginable para el lector barrio de chabolas, sino como la que podría ser una ciudadela engalanada con banderas “en las esquinas […]”, con “Estandartes y faroles” que “invaden las azoteas”.

Las imágenes contenidas en el romance evocan la oscuridad de los integrantes de la Benemérita, desprovista, como el propio Lorca admitió, de un tono peyorativo, sino con trazas de ese carácter antagónico a las “verdes luces” de esa “Ciudad de fiesta” que “multiplicaba sus puertas”, en la que se insertan los personajes bíblicos –y por qué no, mitológicos- de “La virgen y San José” con Pedro Domecq y tres sultanes de Persia. Ciudad en la que los guardia civiles, acostumbrados a ir por parejas incluso en nuestro tiempo, “avanzan[do] dos de fondo” como avanzadilla, para, en la séptima copla, irrumpir, entrando “a saco” con un regimiento de a cuarenta.

Fotografía: fotolog.com
La apoteósica limpieza étnica que en el décimo quinto romance se encuentra actúa de punto y final al conflicto entre los gitanos y las fuerzas de la autoridad del primer tercio del siglo XX, rasgo general que caracteriza casi la totalidad de la estructura del Romancero gitano. Para ello, Lorca provee la narración lírica del poema con los símbolos que marcan el lenguaje propio del poeta. Agua, elementos metálicos, fauna diversa, los espejos, la luna y algunos otros que se analizan a continuación.

El primero de ellos, agua, contienen una significación simbólica positiva en la poesía lorquiana. El contraste en el paralelismo “Agua y sombra, sombra y agua” (v. 55) demuestra la intención del poeta por enfrentar vida y muerte en “Jerez de la Frontera”. Del mismo modo, aludiendo a los dos colectivos protagonistas (gitanos y guardias civiles), destaca el juego de colores y sombras que simbolizan ambos contingentes. Los primeros, al igual que su ciudad, bañados en “verdes luces” –como ya hemos apuntado con anterioridad-, y el negro de caballos, herraduras, el “alma de charol” de la Benemérita, “silencios de goma oscura” (v. 11), el “Doble nocturno de tela” (v. 70) de la pareja que entra primera por la ciudad, y el negror de la noche en la que se llevan a cabo su invasión, acabada tras la “pólvora negra”. Herraduras que, además, forman parte del elenco de motivos metálicos de la simbología lorquiana, y entrañan la violencia de las muertes que en el romance aparecen. Calaveras de plomo, “Los sables [que] cortan las brisas / que los cascos atropellan” (vv. 83-84), las tijeras que forman remolinos en el ataque a los gitanos son los elementos más destacados a este respecto.

Por otro lado, los caballos son parte importante tanto de la poesía general de Lorca como de la particularidad de este romance. Especial atención hay que prestar a la caracterización de los equinos, pues forman parte, a su vez, de los rasgos que acompañan a los dos frentes enfrentados en la contienda. Siempre negros, oscuros, o inferidos en los cascos del verso ochenta y cuatro al tratarse de la Guardia Civil, y malheridos o dormidos en el caso contrario. La luna, por su parte, símbolo también de variable interpretación, aparece en los versos diecinueve, cuarenta y nueve –con clara alusión a la vida traída por la cigüeña-, y el verso final, en el que su consideración juega entorno a ese “Juego de luna y arena”, que evoca al resultado del paso de la muerte por el poblado gitano durante la noche.

Los espejos o el viento, motivos muy utilizados por Lorca en su poesía, están presentes en el romance. Los primeros, sollozan “bailarinas sin caderas”, una imagen que parece figurar la tremenda violencia con la que el pueblo gitano es masacrado y, el segundo, que solamente aparece desnudo doblando “la esquina de la sorpresa” (v. 34). Más allá de todos los citados, se aprecian elementos simbólicos destacados de forma personal como son las torres de canela de una ciudad de dolor y almizcle con la que Lorca parece contrastar la violencia y la sensualidad, conjuntas, que caracterizan al poblado y sus habitantes, la “dulzura” con la que se representa la Virgen con un vestido “de papel de chocolate / con collares de almendras” (vv. 43-44), la ambición por la lucha, la violencia y la muerte inferida en ese “[un] rumor de siemprevivas / [que] invade las cartucheras” (vv. 67-68) de la Benemérita y, por último, la personificación torturada de la imaginación en el verso ciento cuatro, “la imaginación se quema”.

Fotografía: musicsense.org
Formalmente, destacable es el hecho de la estructuración del romance en lo que podrían considerarse “escenas” –coplas de diferente envergadura- en las que, de forma lírica, Lorca narra la batalla, a saber: dieciséis versos de la primera, veinte en la segunda y tercera, diecinueve la cuarta, dos octavas en las dos coplas siguientes, diecinueve de nuevo en la séptima, veinticuatro en la octava, y dos cuartetas (posible octava separada para enfatizar el verso inicial de cada una de ellas y de las octavas anteriores en lo que podría considerarse un estribillo) finales. Unos hechos versados en metro heptasílabo con algunas excepciones de métrica octosilábica. Una estructura que bebe de las fuentes de la tradición literaria popular, desde la perspectiva culta –pues el poeta fue ducho en conocimientos sobre ambas tradiciones-, que marcan una musicalidad acompasada, en parte, por la reiteración del verso inicial de las octavas “O Ciudad de los gitanos”, llevada a los escenarios con dicho título por el grupo musical Marea, y editada en homenaje al poeta en su álbum “28.000 puñaladas”.


A modo de conclusión, Lorca utiliza el romance lírico-narrativo para transportar al lector a la noche en la que la Benemérita decide irrumpir en un poblado gitano ensalzado a ciudad admirable tanto como sus habitantes y la etnia gitana por la que el poeta sentía gran admiración, así como la despertaron Los negros de Poeta en Nueva York con el objetivo de contrastar el valor de la primitiva pureza y la libertad –no sólo creativa, sino natural- con la opresión y la violencia con la que la autoridad se impone sobre ambas razas.